La agricultura de monocultivo y con uso de agroquímicos es emisora neta de gases de efecto invernadero (GEI) y por ende contribuye al cambio climático. Al mismo tiempo, la agricultura es uno de los sectores más vulnerables a los impactos del cambio climático, pues aumentan los riesgos asociados a desastres naturales como sequías e inundaciones, lo que provoca que las familias campesinas no puedan obtener ingresos suficientes para vivir de sus tierras y se ven obligados a salir a las ciudades. En los contextos de cambio climático y presión sobre los ecosistemas, es esencial repensar la agricultura y buscar implementar buenas prácticas para tener la capacidad de prevenir desastres y crisis. Las buenas prácticas para una agricultura resiliente incluyen: la conservación de suelo, promover una agricultura diversificada, reemplazar el uso de agroquímicos por insumos orgánicos y locales, promover el buen uso y conservación de los recursos hídricos, hacer uso de las nuevas tecnologías de comunicación e información, generar negocios rurales incluyentes y a cortar las cadenas de valor de los productos. Nuestro programa de agricultura resiliente busca impulsar cambios en los modelos de producción de las familias campesinas tomando como filosofía de vida la agroecología, la agroforestería y el cuidado de los recursos naturales.